Por Constanza Guerrero :: @coniguerreror
Lucila, “la que nació con la primera luz del día”; fue una mujer que trascendió barreras temporales y espaciales, nacida en un país que escasa justicia ha hecho con las mujeres que han marcado su historia.
Este año fue el 127° aniversario del natalicio del primer Premio Nobel Sudamericano y chileno de Literatura y la primera mujer iberoamericana en obtenerlo. Lucila Godoy Alcayaga, no fue profeta en su tierra, recién, seis años después del galardón mundial; fue nombrada Premio Nacional de Literatura.

Lucila, “la que nació con la primera luz del día”; fue una mujer que trascendió barreras temporales y espaciales, nacida en un país que escasa justicia ha hecho con las mujeres que han marcado su historia.
Este año fue el 127° aniversario del natalicio del primer Premio Nobel Sudamericano y chileno de Literatura y la primera mujer iberoamericana en obtenerlo. Lucila Godoy Alcayaga, no fue profeta en su tierra, recién, seis años después del galardón mundial; fue nombrada Premio Nacional de Literatura.
Su pluma rebelde, rupturista y transformadora reflejaba un componente político marcado hasta su muerte por la reivindicación de la Tierra, el Indigenismo y la Mujer.
El pensamiento social de Gabriela Mistral; dista de
la enseñanza clásica y mítica sobre la
poetisa, como un verso simplemente maternal que declamamos de memoria alguna
vez en nuestros años de escolaridad. La poetisa poseía reflexiones críticas, vanguardistas
y sensibles a la realidad latinoamericana. La equidad social era una
preocupación constante en los diversos artículos que publicó; en los medios de
la época sobre la injusticia, la pobreza, la opresión a la mujer, la infancia
desposeída, el tema agrario y la educación, instrumento que consideraba el
epicentro de la movilidad social y por la cual cuestionó duramente al Sistema
de Educación Pública.

Su pensamiento en torno a la educación se patenta
principalmente en la recopilación “Magisterio y Niño”, dice a ello: “No creo
en los métodos escolares de Chile respecto de la formación en el estudiante.
Ellos son enteramente superficiales; las materias que da- y en abundancia-
corren como el agua por los tejados” (1952). Adelantada a sus tiempos, y muy atingente en su
diagnostico, el sistema educacional chileno intentaba erradamente despertar un
intelectualismo dogmático e impositivo antes que sensaciones y sentimientos que
despertasen la necesidad y amor del educando por la instrucción.

La educación jugó un rol esencial en su existencia traspasando
fronteras, siendo así invitada por el Secretario de Educación en México; José
Vasconcelos, a colaborar con la Reforma Educacional y la creación de
bibliotecas populares en 1922, pese a la falta de apoyo de las autoridades
chilenas, quienes no la consideraban digna representante de Chile para la labor
encomendada.
En lo referente a su relación con el Movimiento Feminista,
el “mujerío” como le llamaba, estuvo afectada por la inflexible opinión de
Gabriela respecto a la mujer como la responsable de la maternidad y la función
que esta debía cumplir en ella. Mistral
creía fervientemente en el empoderamiento de la mujer, la igualdad de derechos
y en la legitimación de género para abrir nuevos espacios que le brindaran
conjuntamente, un bienestar a los niños por la responsabilidad inherente, que
ella creía le compete a la mujer sobre el sustento y formación de los hijos.
De igual forma, no es baladí la posición crítica
que sostenía sobre el feminismo chileno
y sus precursoras. A su parecer éstas no objetaban las estructuras sociales
económicas, productoras de discriminación, que afectaban a las mujeres pobres y
que las mantenían en condiciones paupérrimas; el feminismo entonces debía
incluir a todas las mujeres y no solo a aquellas de clase media a media alta
ilustradas con acceso a medios de comunicación y servidumbre que se
responsabilizara de sus hijos; para que pudiesen dedicar tiempo a la causa que
enarbolaban. En síntesis, el feminismo rechazado por Gabriela Mistral era aquel
que solo impulsaba a la mujer burguesa y liberal que requería para sí la
apertura de espacios, que antaño eran exclusivos del género masculino.
Para la poetisa, “la pobreza de la madre, es la
pobreza del niño” y dentro de sus postulados propuso en 1923, solucionar para
ello, la situación del hijo ilegítimo y salvaguardar así la marginalidad que padecía la madre soltera.
Al respecto Mistral, en su escrito “La Organización
de las Mujeres” (1925), opinaba que en el
movimiento feminista chileno había: “Mucha legitimidad en los anhelos,
pureza de intenciones, hasta un fervor místico, que impone el respeto; pero
poca ¡Muy poca! cultura en materias sociales.” Es más; ante la invitación
al Consejo Nacional de Mujeres, Gabriela respondió: “Con mucho gusto, cuando
en el Consejo tomen parte las sociedades de obreras, y sea así, verdaderamente
nacional, es decir, muestre en su relieve las tres clases sociales de Chile”
porque para ella, fiel a su pensamiento político, feminista y social “La
clase trabajadora no puede alcanzar menos de la mitad de representantes en una
asamblea cualquiera, cubre la mitad de nuestro territorio, forma nuestras
entrañas y nuestros huesos. Las otras clases son una especie de piel dorada que
la cubre.”
Gabriela contradecía al patriarcado en materia de
instrucción educacional femenina. Es así como señalaba en su escrito “Lectura
para Mujeres”: “Se cae en error cuando, por especializar la educación de la
joven, se le empequeñece, eliminando de ella los grandes asuntos humanos,
aquellos que le tocan tanto como al hombre” (1923). En su artículo “La Instrucción de la Mujer” evidenciaba que la solución a la problemática
social de ésta, partía en la instrucción. La educación dignifica a la mujer, le
permite solventarse y ser libre.
Para Gabriela, su condición de mujer también la
inspiró a levantar un discurso claro en contra de toda opresión: “y es que a
medida que la luz se hace en las inteligencias, se va comprendiendo su misión y
su valor y hoy ya no es la esclava de ayer sino la compañera igual. Para su
humillación primitiva, ha conquistado ya lo bastante, pero aún le queda mucho
de explorar para entonar un canto de victoria” (1906).


Entonces, se podría concluir que el discurso
feminista de Gabriela es profundamente politizado e impregnado de conciencia de
clase, diferenciándose de la injusta y reducida imagen que la historia chilena ha
pretendido construir sobre ella. La escritora se plantea como una feminista con
reservas al movimiento que le fue contemporáneo, asistiéndole ideas más
progresistas, fue una mujer dispuesta a contribuir en tanto el movimiento
feminista chileno verdaderamente no solo consiguiese como reivindicación el voto
femenino – izado desde 1928 por nuestra destacada prosista en sus escritos
políticos- entre otros derechos civiles
por los cuales se luchaba, sino que incluyese en su gesta a toda la población
femenina del país sin distinción de clase, oficio o etnia, y que se
responsabilice de su rol respecto a las futuras generaciones. Para la poetisa “La reforma que el
feminismo debe clamar como primera, es la igualdad de los salarios, desde la
urbe hasta el último escondrijo cordillerano” (1948).
Cabe destacar que 68 años atrás, consciente de que la mujer jefa de hogar
era una realidad mayoritaria en el extracto más pobre, visualizaba una piedra
angular de la disparidad de género en nuestra sociedad, situación que a la
fecha no ha cambiado.
Chile, era una sociedad que no estaba preparada
para la fuerza y agudeza transgresora de las palabras de una mujer humilde,
campesina, que en sus correspondencia compartió con Eduardo Frei Montalva, su
amigo, una lamentable sentencia: “He entendido muy tarde el desprecio que
tuvo mi país de mí, mujer mal vestida.”(1951)

Incomprendida, Gabriela se apropió desde su verso sobrio y coloquial, del latinoamericano y sus problemáticas sociales. Poseía una concepción propia del feminismo: realista, reivindicativo, de esperanza y lucha diaria; acorde a lo que ella consideraba virtudes intrínsecas de la mujer. Asimismo, repudiaba la marginación del campesino a través de la explotación del latifundista y la banalización de la tierra como concepto, conjuntamente con el racismo hacia la población indígena y la pérdida de identidad y tradición.
Tuvo la capacidad de describir y discernir, adelantadamente
a su época, los problemas femeninos y sociales - aún no resueltos- a los cuales
propuso soluciones concretas. Estimuló a la mujer a ser más consciente de sí
misma, instruirse y emanciparse a través de la educación y a luchar por sus derechos,
que según ella, son también los derechos de los niños, por el futuro y el
porvenir de la sociedad.
Columna publicada originalmente en Revista Iniciativa Laicista Ed. Mayo 2016: http://www.iniciativalaicista.cl/images/pdf/iniciativa-laicista-mayo-2016/Iniciativa-Laicista-25.pdf
Columna publicada originalmente en Revista Iniciativa Laicista Ed. Mayo 2016: http://www.iniciativalaicista.cl/images/pdf/iniciativa-laicista-mayo-2016/Iniciativa-Laicista-25.pdf
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